
Hacía tiempo que un restaurante no me sorprendía tan gratamente.
Nada en él es al azar y así lo demuestran sus propietarios confiando la decoración del local a Lazaro Rosa-Violán, un mago que nos hace soñar con sus ambientes que nos transportan a los mas remotos lugares.

Es de admirar lo bien que han fusionado platos típicamente japoneses con otros cuyo origen mediterráneo no deja lugar a dudas, eso si, todos ellos de una calidad y un toque de creatividad excelentes.
Su carta no es extensa, pero cuesta decidirse por un plato u otro.

Tampoco se descuida en BIG FISH el sentido del oído. Jazz,funk,brasileña,soul.... en todo momento suena la música ideal.